Artes marciales transforman las vidas de los niños y adolescentes en la periferia de Río de Janeiro

Jueves, Agosto 18, 2016 - 17:53

Artículo publicado originalmente por World Vision Brasil

El evento deportivo más importante del mundo se lleva a cabo entre agosto y septiembre en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil: los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2016. Se estima que alrededor de 500 mil turistas están visitando la "Ciudad Maravillosa" para ver las competencias con un gran mundo de ídolos deportivos presentes como Neymar, Michael Phelps, Marta, Usain Bolt y otros atletas que comparten un sueño en común: ganar la medalla de oro. 

Pero en una ciudad junto a Río, en Duque de Caxias, atletas desconocidos también sudan la camisa por amor por el deporte. Pero a diferencia de los que están representando a sus países en los Juegos Olímpicos, estos son mucho más jóvenes y apenas están empezando a recorrer el camino hacia el podio. Son adolescentes beneficiados por World Vision, una organización no gubernamental cristiana - humanitaria que dedica sus esfuerzos para luchar contra la pobreza y buscar el desarrollo sostenible.

World Vision está presente en Brasil desde hace 40 años, desarrollando su labor en comunidades a través de programas y proyectos en las áreas de educación, salud, protección de la niñez, deportes, cultura, desarrollo económico y promoción de la ciudadanía. En el estado de Río de Janeiro, la organización desarrolla tres proyectos, uno de ellos es el de los Campos Elíseos, en Duque de Caxias, donde hay actividades deportivas como clases de baile y muay thai y en las que participan más de 300 niños, niñas y adolescentes. 

Alexandre Oliveira, 16 años, es uno de los jóvenes beneficiarios de World Vision. Asiste al curso de artes marciales desde el inicio de las clases en su comunidad. "Si funciona, quiero ser un luchador cuando sea grande, practico Muay Thai para la defensa", dice el joven que también sueña con ser un jugador de fútbol, ​​como la mayoría de los niños que viven en las periferias de Brasil.           

"El deporte me ayuda mucho en y fuera de él, puedo mejorar mi físico, pero también me hizo relacionarme mejor con la gente, he llegado hasta los grados superiores de la escuela, porque empecé a concentrarme, y me ayudó por consiguiente en mis relaciones", dice Alexander, que está en el primer año de la escuela secundaria, y que antes de practicar Muay Thai, sólo mostraba interés en las clases de educación física en la escuela. "En la escuela secundaria tenía actividades deportivas como voleibol, baloncesto y fútbol, ​​pero se recortó el presupuesto y todo terminó", dice.           

A pesar de estar cerca, las realidades de Río de Janeiro y Duque de Caxias están muy alejadas. Sobre sus expectativas para los Juegos Olímpicos, Alexander dice: "Como el Muay Thai no es un deporte olímpico, lo que realmente quiero es ver el fútbol. Esperemos que este año nuestro país gane el oro, ya que es el único título que le falta Brasil".           

Detrás de estos niños y niñas, está el italiano Leonardo Brama, de 28 años. "Llegué en septiembre del año pasado y mi periodo termina el próximo mes, pero quisiera permanecer mucho más tiempo. Soy un apasionado de la enseñanza a estos chicos", dice el profesor de muay thai, danza e Inglés.       

Leo, como todos lo conocen, ha hecho un trabajo similar en Australia y en un viaje anterior a Brasil en Curitiba (2011), siempre a través de las artes marciales y la actividad física. "Mi sueño es seguir transformando la vida de las personas alrededor del mundo a través del deporte", dice.           

La metodología del italiano es simple ya que tiene un mensaje mucho mayor que el deporte para traspasar a sus pequeños atletas. "Con los más pequeños, no nos centramos en la perfecta ejecución de la técnica, sino en la socialización y respeto hacia los demás. Ahora, con los más grandes, me gusta mucho trabajar ese vínculo entre cuerpo y mente, creo que es importante recordar que hay que trabajar ambos" - comenta Brama - "Realmente creo en el poder transformador del deporte, aunque sea lento. Estos niños y niñas necesitan más oportunidades porque el talento lo tienen de sobra".