Compartir en medio de la desgracia

Miércoles, Abril 27, 2016 - 21:10

Por Víctor Martínez, Oficial de Comunicaciones, World Vision América Latina y el Caribe.  

La señora Carmen Navarrete ha abierto su restaurante todos los días desde que sucedió el devastador terremoto el sábado 16 de abril. Su local se ubica casi enfrente del ex aeropuerto de la Ciudad de Portoviejo, donde han sido albergadas más de 600 familias, incluyendo la suya.

Decidió no cerrar ni un solo día porque es importante trabajar, mantenerse ocupada y compartir lo que se tiene en medio de la desgracia. La madrugada después del sismo, se alistó junto a su esposo Carlos Loor y sus hijas para preparar desayunos y almuerzos a todas las personas que se acercaran a su comedor. “Dimos comida gratuita. Había muchas personas con necesidad. Quien llegaba al merendero podía comer, incluso los reporteros”, relata.

“Toda la vida me ha encantado trabajar y ahora más que nunca. Siempre hay que salir adelante”. Señora Carmen Navarrete, 52 años.

En medio de este gran gesto de solidaridad, también hubo momentos de sufrimiento y pavor para la familia Loor Navarrete. Minutos antes del terremoto, casi todos se encontraban descansando en casa, cuando llegó un golpe apabullante. El techo empezó a desgajarse, si Carmen no se toma de la baranda hubiera rodado hacia la planta baja.

Su hija Shirley, de 27 años, se encontraba trabajando en el restaurante de la familia. “Me quedé en shock, mi novio fue el que me sacó”, relata. Inmediatamente corrieron hacia la casa, rogando que su hijo Matthew, de 3 años, se encontrara bien, así como el resto de la familia. “Mami, mami, el terremoto se llevó la casa”, le gritó el niño al momento de verla llegar. Al mismo tiempo, Carmen se recuperaba del desmayado que sufrió a causa de la diabetes que padece.

Una vez que se aseguraron que todos estaban bien, decidieron refugiarse en el albergue que se instaló en la pista del antiguo aeropuerto y de ahí tratar de localizar a Génesis y Coraima, de 13 y 15 años, quienes habían viajado para pasar el fin de semana con uno de sus tíos en Bahía de Caraquez. La angustia no cesaba pues la alerta de tsunami ya había sido emitida por el gobierno. Fueron varias horas de espera y desesperación, hasta que finalmente lograron llamarlas al teléfono celular y hablar con ellas. “Fue muy fuerte. Nos sentimos muy asustadas porque no sabíamos nada de mis abuelos y mi mamá”, comentó Coraima.

Los Loor Navarrete irradian una gran fuerza que definitivamente los hará mantenerse de pie. Por el momento no tienen a dónde ir y todo indica que la espera será larga. Los once miembros de la familia seguirán durmiendo en el albergue temporal, anhelando que su vida vuelva a la normalidad lo antes posible. Mientras tanto, la señora Carmen seguirá abriendo puntualmente su comedor para atender cálidamente a sus clientes y ofrecer una comida caliente a alguien que lo necesite.

A diez días del terremoto, la recuperación de los niños y las niñas sigue siendo prioridad en las acciones de respuesta de World Vision. Hemos brindando apoyo emocional a más de 700 niños y niñas a través de los Espacios Amigables instalados en Portoviejo. Es importante cuidar y proteger a los niños como Matthew, Alexander y Carmen, quienes fueron invitados por Yessenia Espinosa, Facilitadora de World Vision Ecuador, para que se integren cuanto antes a las actividades del Espacio Amigable. 

Yessenia Solorzano, Facilitadora de World Vision Ecuador, invita a los niños de la familia Loor Navarrete a acudir al Espacio Amigable

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