Niños que huyen de la violencia en Centroamérica: Una regresión significativa de los derechos del niño

Martes, Octubre 21, 2014 - 16:40

Por Amanda Rives, Directora Regional de Advocacy y Movilización, Latinoamérica y el Caribe, Visión Mundial

A medida que alcanzamos los 25 años desde la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño, hay mucho para reflexionar en Latinoamérica, una región que ha liderado el camino en cuanto a derechos de los niños. A un año de que la CDN estuviese disponible para firma, 21 países en la región ya la habían ratificado, representando tanto un tercio de la región así como un tercio del total de ratificaciones a ese punto. Se formaron movimientos de la sociedad civil y coaliciones para los derechos de los niños; la convención fue codificada en la legislación y constituciones nacionales; los niños y adolescentes reclamaron su lugar en la toma de decisiones; y un compromiso inspirador para con los derechos de los niños nació y continúa hoy en día en toda la región.

Aunque ha habido progreso en los últimos 25 años, la mayoría de los niños en la región están lejos de ver sus derechos cumplidos, y son -de muchas maneras- mucho más vulnerables y marginados de lo que fueron sus padres. Si bien se ha logrado progreso en términos de legislación, políticas y hasta presupuestos enfocados en la niñez, el incremento de la violencia y la desigualdad debilitante han llevado a serios obstáculos en la protección y bienestar infantiles, incluso en el progreso de derechos tales como educación y salud, que debieron ser áreas de gran logro en esta región.

En Centroamérica, la aguda violencia ha detenido el progreso en el camino de la CDN. La escalada del crimen organizado y la violencia de pandillas en países tales como El Salvador, Guatemala y Honduras, han dado como resultado un éxodo de niños que huyen de sus comunidades, muchos escapando por sus vidas. En sus países de origen, la falta de protección en sus comunidades los hace vulnerables a la violencia en todos los aspectos de sus vidas, desde la extorsión en las calles hasta la violencia doméstica y el abuso sexual. Dado que la crisis se ha profundizado, más y más niños son privados de su derecho a la educación, a la salud, y el derecho de crecer en un ambiente amoroso y seguro.

Conforme se acerca el 25 aniversario de la CDN y muchos países planean celebraciones y conmemoraciones, debemos reflexionar de manera crítica sobre los puntos donde estamos fallando a los niños en la región y a nivel mundial.

No sólo deben vivir en vecindarios plagados de violencia, sino que los niños en Centroamérica son un objetivo intencional. Los líderes de las pandillas obligan a los niños a trabajar para ellos desde la temprana edad de los 10 años, amenazando de muerte a aquellos que se niegan a hacerlo. Muchos niños han dejado de ir a las escuelas, ya que las aulas se han convertido en espacios de reclutamiento. La situación se asemeja más a la del Ejército de Resistencia del Señor en Uganda donde los niños son reclutados por la fuerza, que a un conflicto donde los niños son víctimas accidentales atrapadas en el fuego cruzado entre ambas partes. Sus derechos han sido violados de manera deliberada a niveles cada vez mayores, y la fallida naturaleza de los estados encargados de su protección no deja a los niños más remedio que tratar de escapar atravesando la frontera con rumbo a los Estados Unidos.

Mientras la migración al norte y dentro de los países en la región no es un fenómeno nuevo, la reciente oleada de niños migrantes sin acompañantes puede atribuirse directamente a la epidemia de violencia y la falta de respuesta estatal. Los gobiernos en cuestión no los protegen de la manera en que se comprometieron a hacerlo mediante la ratificación de la CDN hace 25 años. Ellos tienen la responsabilidad inequívoca de poner como prioridad el acabar con esta violencia, sin importar las dificultades y peligros inherentes.

Al escapar, los niños a menudo enfrentan destinos peores; la terrible ironía de su situación es que estos niños que intentan llegar a un refugio seguro, a menudo enfrentan traumas aún peores en la ruta de migración, llegando hasta a caer en manos de traficantes humanos y desapareciendo en los anillos de la explotación laboral y sexual infantiles. En la ruta de migración, ellos experimentan abuso sexual, extorsión, e incluso la muerte. La comunidad internacional, los Estados Unidos, México y sus países de origen les han fallado a estos niños en hacer cumplir sus derechos bajo la CDN.

En este tipo de crisis, la falta de ratificación de los Estados Unidos sobre la CDN se convierte en un elemento debilitante. Debilita la capacidad de este gobierno de presionar a los gobiernos centroamericanos a priorizar los derechos de los niños, y ha permitido que se forme una crisis adicional; a saber, los refugios fronterizos inundados donde los niños son retenidos por largos períodos de tiempo en confinamiento, hacinados, privados de los derechos que les garantiza la CDN.

Conforme se acerca el 25 aniversario de la CDN y muchos países planean celebraciones y conmemoraciones, debemos reflexionar de manera crítica sobre los puntos donde estamos fallando a los niños en la región y a nivel mundial. Debemos hacer responsables a los gobiernos acerca del compromiso que hicieron en 1989 de proteger y priorizar los derechos de los niños. Debemos mirar los factores que no sólo impiden el cumplimiento de los derechos de los niños, sino que están creando graves retrocesos en la protección y bienestar de la niñez. La actual situación en Centroamérica y en la frontera de los Estados Unidos es un crudo recordatorio de las inefables violaciones que los niños enfrentan aún hoy, 25 años después.

 

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