"Si quieren tocar el corazón de Dios sólo hay una manera: Ayudando al prójimo", pastor Avelar
José Santiago Avelar, el mayor de cuatro hermanos, viviendo en pobreza pero enriquecido con sueños y anhelos de superación, conoció a World Vision a través del colegio cristiano donde sus padres lo inscribieron con la fe de que se preparan académicamente.
En el colegio Adventista J.n. Andrews en 1978, José y sus hermanos encontraron el patrocinio. “Iba a cursar el tercer grado. Mi papá me había dicho que sólo me podría ayudar hasta el cuarto grado de estudio, porque había que trabajar. Veníamos de estudiar en escuela pública, pero mi papá decidió inscribirnos en el colegio de la iglesia Adventista, donde éramos miembros. Al paso del tiempo, por la falta de recursos económicos, mi papá, quien era molinero, no podía costear el estudio de mis hermanos y el mío, y fue entonces que el Director del colegio buscó para nosotros el beneficio del patrocinio. Recuerdo que en el colegio había unos 50 niños patrocinados por Visión Mundial,” recuerda José.
El patrocinio se convirtió en la oportunidad de José para continuar sus estudios en el colegio Adventista de la ciudad occidental de Santa Ana. Era apoyado con el pago de su colegiatura, uniformes, zapatos y útiles escolares. El patrocinio duró desde tercero hasta sexto grado. A sus 12 años de edad, José quien ahora tiene 44 años, recuerda la sensación de escribir una carta a su patrocinador: “Para mí era un gusto escribirle cartas a mi patrocinador. No me acuerdo de su nombre, pero me lo imaginaba alto, blanco y rubio, con los ojos azules; es el prototipo de norteamericano que uno se forma. Me acuerdo que una vez le hice el dibujo de una caricatura llamada Pow Wow, (caricatura de un indio nativo norteamericano creada en 1956). No creo que me quedara muy bonito, pero se lo dibuje con cariño”.
José continuó estudiando y trabajando hasta sacar el noveno grado del Instituto Nacional de Santa Ana (INSSA). “Lo que había sembrado en mí el apoyo recibido por el patrocinio de Visión Mundial, daba sus frutos. Mis sueños eran seguir preparándome”.
Y José forjó su futuro, se aventuró hasta Guatemala en 1988 y llegó al Instituto de capacitación Adventista en el Petén a estudiar Magisterio. Se graduó de bachiller en Educación Primaria en 1991; y luego logró llegar a Costa Rica donde se graduó de Licenciado en Teología.
Dos hermanos de José fueron asesinados durante la época de la guerra en El Salvador, pero él siguió adelante a pesar de los golpes y tropiezos que se presentaron en su hogar. José se convirtió en el primero y único profesional de la familia. “Veo el patrocinio como un impacto positivo en la vida de cualquier persona. Impactó mi vida el saber que había alguien interesado en mí, en mi bienestar….Eso inspira. El apoyo que tuve en educación por algunos años, gracias a Visión Mundial, me empujó a seguir adelante y estudiar más y más. Ignoro lo que el patrocinador mandaba en dinero, pero no fue eso lo importante, sino fue saber que detrás de mí, había alguien interesado en hacer mis sueños realidad”.
Actualmente, José es un profesional, pastor, esposo y padre de familia ejemplar, además de ser un elemento importante que está transformando la vida de miles de salvadoreños, niños, niñas, jóvenes y adultos, a través de la Palabra de Dios y las actividades de responsabilidad social de su iglesia.
Ha servido en varias iglesias, en ministerio de cárceles, como director de un colegio cristiano y ahora ha sido nombrado Presidente y representante legal de la Asociación Metropolitana de la Iglesia Adventistas del Séptimo Día en el país, donde apoya directamente a 140 iglesias.
José está casado con Elizabeth, una salvadoreña quien también fue patrocinada por Visión Mundial y apoyada en el área educativa. Ambos graduados en Costa Rica de la Universidad Adventista. La pareja posee un nivel de Maestría. Tienen dos hijos: David Alexander de 13 años y Elizabeth Alexandra de 12 años de edad. “Estoy orgulloso de mis hijos. Ellos forman parte de la filarmónica juvenil nacional. Nuestro sueño es que sean útiles para Dios, la iglesia y la sociedad. Mi hijo quiere ser pastor, pero Dios dirá más adelante,” comenta José con una sonrisa de satisfacción y orgullo.
José al hablar inspira serenidad, confianza, credibilidad y sobre todo sabiduría. Al preguntarle sobre el vínculo que se establece entre patrocinador y patrocinado: “Quisiera reunir a quienes estuvimos patrocinados para demostrar a los patrocinadores y aquellos que aún no se deciden a patrocinar que ¡Sí Funciona! Todos necesitamos una inspiración en la vida, la mía fue ser patrocinado. No tengan temor a invertir, el ser humano quiere invertir en casas, vehículos, y eso no es malo; pero la mejor inversión que un ser humano puede hacer es invertir en otro ser humano”.
Los sueños del pastor Avelar son muchos: “Queremos con mi esposa seguir estudiando, prepararnos más para servir al Señor. Además, quiero terminar mi vida siendo pastor”, asegura.
Con su vasta experiencia para guiar a otros, el Pastor Avelar envía un mensaje a los niños y niñas quienes ahora gozan de la oportunidad del patrocinio: “Mi mensaje para los niños y adolescentes que reciben los beneficios del patrocinio es que probablemente hayan problemas en tu casa, que no sientes que hay interés en ti, pero desde el momento que tú tienes un Patrocinador, tienes una gran oportunidad en la vida, y puedes llegar a ser lo que tú quieras. Quiero decirle a la niñez que no abandone sus anhelos, a través de ese Patrocinador o Patrocinadora Dios está te está dando la victoria”.
“Mi mensaje para todos es que si quieren tocar el corazón de Dios sólo hay una manera, ayudando al prójimo. Recordemos que Dios nos dio su más grande ofrenda por amor a todos; el más grande dador es nuestro Padre”, finaliza diciendo el ex -patrocinado.